El trabajo textil es un proceso que se encuentra arraigado en muchas comunidades rurales en México.
Guerrero es uno de esos estados que mantienen viva la tradición textil y en sus comunidades es común ver a mujeres y niñas trabajando con el algodón y los telares que sus antepasados usaron y dejaron para las generaciones venideras.
Estas costumbres inspiraron la investigación doctoral “Militantes de hilo y tela: tapices colectivos, representaciones y narrativas visuales sobre conflictos sociales” de la maestra en Antropología Visual, Mariana Rivera, trabajo del cual se desprende el material audiovisual titulado “Telares sonoros”.
Este video, realizado en 2014, recopila el proceso textil a través de los sonidos que genera un telar de cintura al ser trabajado por las mujeres tejedoras, desde el tejido, hilado, aplanado del algodón y el urdido; un proceso acompañado por un poema en lengua ñomndaa al compás de un instrumento típico de Guerrero.
Realización: Mariana Rivera y Josué Vergara
Quisiera ser algodón Para estar entre tus manos Deshilarme entre tus dedos Mientras te robo un “te quiero”. Que me pintes de colores Para decorar tus flores Y luego como un telar Abrazarme a tu cintura Y ahí quedarme dormido Disfrutando de tu ternura.
El día de hoy recibí un video de las noticias en Guatemala, en el cual se ven un grupo de mujeres indígenas manifestando ante el congreso, exigiendo se protejan los textiles artesanales en Guatemala como una propiedad intelectual, y sobretodo se protejan sus derechos como trabajadoras de los mismos. El video no pudo más que reafirmar lo que siempre hemos creído al trabajar con comunidades de artesanos; el #ComercioJusto y lo que esto implica.
Así qué nos ponemos a reflexionar en los siguientes puntos:
¿Será que este movimiento, que claramente esta comenzando a surgir, nos afectara como marca? ¿Deberíamos de hacer algo como empresa de diseño que trabaja con textiles artesanales de Guatemala?
Pienso que más que preocupante, son buenas noticias para Guatemala. Ya es hora que Guatemala como país, imponga el respeto que la tradición textil se merece, y sobretodo que se reconozca como herencia cultural. Ya es hora de que, como guatemaltecos, dejemos de regatear si se trata de un textil “típico”. Sólo porque es un artesano quién los vende en la calle o en el marcado le pedimos que lo baje de precio, y como no le queda de otra, lo hace por mera presión socia. Ya es hora que como diseñadores que apreciamos la belleza de estos textiles, respetemos los procesos del comercio justo y entremos en el sistema. Si este cambio no se propicia por cuenta nuestra, estamos destinados a perder nuestras raíces.
Creo que para comenzar un proceso de cambio hay 3 condiciones:
1. Que cada marca, trabaje solamente con cooperativas certificadas, asegurando así no sólo el cumplimiento de los procesos, sino la calidad del producto. De esta manera como empresas, sabemos que se pagará el precio justo a los artesanos y que trabajaran con condiciones dignas.
2. Así mismo, los diseñadores que reutilizan los textiles, podrían dar una porción de las ganancias a la comunidad creadora de los textiles.
3. Los diseñadores que imprimen los motivos de los textiles también podrían aportar una porción de sus ganancias a la comunidad de origen.
Esto, claro que no es fácil, pues al destinar parte de las ganancias, aumentamos el costo de las prendas, por ende, su precio al consumidor. Más bien, eso le da un valor agregado a nuestros productos pues estamos actuando de manera responsable con la sociedad.
Por mi experiencia al trabajar en dos países con alta herencia textil como lo son México y Guatemala, pienso que se podría establecer una especie de sello distintivo para todos aquellos productos que tengan motivos artesanales, ya sea bordados, tejidos o impresos. Y ese sello tendría que otorgarse de manera sistemática para garantizar la autenticidad de la prendas. Esto aseguraría que los procesos se cumplan y que el consumidor esté seguro que la prenda que esta comprando, es socialmente responsable. Este proceso no solo es responsabilidad de los diseñadores, si no, del consumidor, pues al momento de la compra, se debe valorar el precio del artículo, pues con el sello, sabemos que implica todo un proceso detrás.
Como marca artesanal que comenzó hace 6 años, he aprendido mucho en el proceso. He invertido mucho en educarme y a mi equipo, con el fin de hacer las cosas como se tienen que hacer, no a medias. También hemos procurado que cada uno de los pasos del proceso artesanal de cumplan a cabalidad, respetando a la tierra, a las comunidades y a mi equipo creativo. Cambiar las cosas no sólo significa salir a protestar, o quejarse, el cambio verdadero se genera siendo conscientes con uno mismo, aunque nadie este supervisando. El sólo hecho de exigirse a uno mismo excelencia, promueve un mundo mejor. En Vessel, creemos en hacer las cosas bien desde el principio.