¿Estamos respetando nuestras raíces textiles?

El día de hoy recibí un video de las noticias en Guatemala, en el cual se ven un grupo de mujeres indígenas manifestando ante el congreso, exigiendo se protejan los textiles artesanales en Guatemala como una propiedad intelectual, y sobretodo se protejan sus derechos como trabajadoras de los mismos. El video no pudo más que reafirmar lo que siempre hemos creído al trabajar con comunidades de artesanos; el #ComercioJusto y lo que esto implica.

Así qué nos ponemos a reflexionar en los siguientes puntos:

¿Será que este movimiento, que claramente esta comenzando a surgir, nos afectara como marca?  ¿Deberíamos de hacer algo como empresa de diseño que trabaja con textiles artesanales de Guatemala?

Pienso que más que preocupante, son buenas noticias para Guatemala.  Ya es hora que Guatemala como país, imponga el respeto que la tradición textil se merece, y sobretodo que se reconozca como herencia cultural.  Ya es hora de que, como guatemaltecos, dejemos de regatear si se trata de un textil “típico”. Sólo porque es un artesano quién los vende en la calle o en el marcado le pedimos que lo baje de precio, y como no le queda de otra, lo hace por mera presión socia. Ya es hora que como diseñadores que apreciamos la belleza de estos textiles, respetemos los procesos del comercio justo y entremos en el sistema.  Si este cambio no se propicia por cuenta nuestra, estamos destinados a perder nuestras raíces.

Creo que para comenzar un proceso de cambio hay 3 condiciones:

1. Que cada marca, trabaje solamente con cooperativas certificadas, asegurando así no sólo el cumplimiento de los procesos, sino la calidad del producto.  De esta manera como empresas, sabemos que se pagará el precio justo a los artesanos y que trabajaran con condiciones dignas.

2. Así mismo, los diseñadores que reutilizan los textiles, podrían dar una porción de las ganancias a la comunidad creadora de los textiles.

3. Los diseñadores que imprimen los motivos de los textiles también podrían aportar una porción de sus ganancias a la comunidad de origen.

Esto, claro que no es fácil, pues al destinar parte de las ganancias, aumentamos el costo de las prendas, por ende, su precio al consumidor.  Más  bien, eso le da un valor agregado a nuestros productos pues estamos actuando de manera responsable con la sociedad.

Por mi experiencia al trabajar en dos países con alta herencia textil como lo son México y Guatemala, pienso que se podría establecer una especie de sello distintivo para todos aquellos productos que tengan motivos artesanales, ya sea bordados, tejidos o impresos.  Y ese sello tendría que otorgarse de manera sistemática para garantizar la autenticidad de la prendas.  Esto aseguraría que los procesos se cumplan y que el consumidor esté seguro que la prenda que esta comprando, es socialmente responsable.  Este proceso no solo es responsabilidad de los diseñadores, si no, del consumidor, pues al momento de la compra, se debe valorar el precio del artículo, pues con el sello, sabemos que implica todo un proceso detrás.

Como marca artesanal que comenzó hace 6 años, he aprendido mucho en el proceso.  He invertido mucho en educarme y a mi equipo, con el fin de hacer las cosas como se tienen que hacer, no a medias. También hemos procurado que cada uno de los pasos del proceso artesanal de cumplan a cabalidad, respetando a la tierra, a las comunidades y a mi equipo creativo.  Cambiar las cosas no sólo significa salir a protestar, o quejarse, el cambio verdadero se genera siendo conscientes con uno mismo, aunque nadie este supervisando.  El sólo hecho de exigirse a uno mismo excelencia, promueve un mundo mejor.  En Vessel, creemos en hacer las cosas bien desde el principio.

Bon Vivant

Liza Carrillo

Este mes decidí dedicarle mi carta al Bon Vivant, que es un término conocido por los franceses para una persona que no solo es conocedor de vino y buena comida, sino también disfruta muchísimo de los momentos. Pensé: “¿Y qué tal que cada momento de nuestra vida hiciéramos algo tipo Bon Vivant?”

Me refiero a que en mi forma de ver las cosas hay dos maneras de vivir la vida. Una es solamente dejarla que pase, y otra es saborearla, contemplarla, disfrutarla; congelando los momentos en nuestra memoria para que sean eternos, intensificando las experiencias cotidianas y convirtiéndolas en vivencias llenas de detalles.

bonvivantUn ejemplo es a la hora de dormir, ponerse perfume, o tener flores frescas en tu comedor todas las semanas. Y no estoy hablando de un arreglo de flores carísimo, si no de ir al mercado local y comprar un bouquet y arreglarlo uno mismo en un jarrón o incluso en una jarra de peltre vieja; es tener todo tu espacio perfectamente organizado, planchar tu ropa con agua de lavanda, ponerte tu collar de perlas entre semana (aunque sea con jeans) usar un portavaso si te sirves agua, etc…  pequeños lujos que no cuestan dinero, y que te dan una mejor experiencia de lo que vives a diario.

Recuerdo el primer cuarto que rente cuando me mude a NY. Era un cuartito mínimo, muy pequeñito, en donde solamente cabía mi cama individual. Tenia un pequeño baño y nada mas. Yo, que me alimento visualmente de color y textura, no podía hacerme a la idea de vivir en un espacio simple, aunque sabia que era temporalmente; así que decidí decorarlo con lo que encontrase. Conseguí unas ramas secas en el parque, y compre unas flores artificiales en una tienda de artículos muy económicos. Con silicon le pegué, una por una las hojas a las ramas, simulando un árbol de hiedra el cuál incorporé con grapas a las paredes. El resultado ¡Un efecto dramático! Desde ese día, ese espacio lo hice mío. 

Los invito a embellecer sus momentos con pequeños lujos, que no se notan a los ojos de los demás, pero que ustedes sepan que son una indulgencia oculta.  Claro, sin invertir dinero, solo un poco de creatividad.

@ANDREA
ALEJOS

Nuestra embajadora de este mes es divertida, solidaria y adora pasear por Guate . Este mes nos contará su experiencia vistiendo Vessel. #MujeresVessel

Florecita Cobian con uno de nuestros Boleros de Colores. En Junio presentaremos cuatro prendas, todas parte de la colección Provenance. Creadas en conjunto con Aj Quen (el tejedor) cooperativa indígena certificada de comercio justo.